San Marcos, en su legado evangélico, cuenta la historia de Jesús el Ungido, hijo de Dios: lo que hizo y enseñó, cómo vivió, murió y resucitó, a fin de que los discípulos de Jesús siguieran las huellas y el ejemplo del Maestro. El retrato que San Marcos hace de Jesús de Nazaret no es sólo del Jesús histórico, sino de un Jesús de la fe, contemplado y proclamado Mesías e Hijo de Dios, a la luz fulgurante de la resurrección y la fuerza arrolladora de Pentecostés.
Muy probablemente Marcos, para redactar su obra, se sirvió de las primeras tradiciones orales y escritas acerca de Jesús, enriquéciéndolas con el contacto directo del Apóstol Pedro y su genio personal.
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